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My bed is also the new plantation

iki yos piña narváez funes

“we swear to destroy the white and all that they possess”1

Stolen time and stolen life es una práctica de expropiación con la que lidiamos las vidas negras y las vidas indígenas. ¿quién nos devuelve el tiempo robado por la supremacía blanca y la cis-hetero-crono-normatividad? ¿quién nos devuelve el tiempo de no haber estado con nuestras abuelas? ¿quién nos devuelve el tiempo entregado a la supremacía blanca? ¿quién nos devuelve el sueño, el descanso o las canciones de cuna no escuchadas de nuestras madres negras/indígenas que estaban al servicio de los blancos?

Ellos son los dueños de casi todo, menos de nuestra fugitividad y nuestra telepatía. Hay una relación ontológica entre whiteness y propiedad. Propiedad de nuestros cuerpos, propiedad de nuestros tiempos, de nuestros territorios. Esta relación entre whiteness y propiedad se reactualiza constantemente. En nuestras plantation memories, del caribe negro, zonas palenqueras y de cumbes: “toda fuente de enriquecimiento es sospechosa de provenir de una trata de zombies2, tal como la prosperidad de la plantación provenía de suministros de esclavos por el tráfico negro”3.

El ser zombi tiene un anclaje colonial y de dolor. Es una metáfora entre la social death en la que nos encontramos los cuerpos negros/indígenas/disidentes sexuales migrantes y el significado ancestral dentro de las narrativas de las plantaciones, que describen lo zombi como ese estado metafísico entre la vida y la muerte que tiene una conexión colonial con los campos de explotación de caña de azúcar en algunas zonas del caribe negro. Es una especie de estado de “letargo” en el que entraban las personas esclavizadas al ser sometidas a la maquinaria de trata de cuerpos negros y a la maquinaria de productividad acelerada. Entonces, ayer, en el aquí y en el ahora y en el futuro implica volver siempre a ese pasado de dolor de la zombificación de nuestras vidas en estas nuevas plantaciones. En consecuencia no hay condiciones materiales en la confortabilidad del cuerpo blanco sin explotación de cuerpos negros, indígenas, cuerpos subordinados en la estructura de la estratificación social con anclaje colonial.

zombificación: técnica de gobernanza de los cuerpos que sostiene el cuadro económico de la neo plantación

Mi cama es el espacio de descanso y también el lugar donde produzco “inconscientemente” para la plantación4. Es la plantación en el terreno onírico. Procuro que mis sueños no sean capturados por los amos/curators, en tanto ideas, imágenes. Pero a veces es imposible. La plantación metafísica está estructurada para que lo que produzcamos allí sea también expoliado.

Supuestamente con el covid-19 el mundo se detuvo. El confinamiento implicó el encierro de quienes tienen las posibilidades de movilidad por el espacio público, de movilidad por el mundo, sin ser policíados. El confinamiento para los blancos y ciudadanos europeos implicó activar todas sus tecnologías de existencia e infraestructuras de sostenibilidad de sus propias vidas blancas, herederas de la explotación colonial: becas, ahorros, redes familiares e incluso acceder a todas las dádivas del estado de bienestar europeo que se construyó con sangre negra e indígena. El confinamiento para los blancos artistas/curators consistió en un espacio de holgura, de superávit temporal para crear, para pensar su propia existencia, postularse a residencias artísticas e idear proyectos de estetización de la pandemia. Una pandemia que nació en 1492 y que ellxs mismos, lxs blancxs, no pueden ver que sus vidas han sido beneficiarias de ella.

Para mÍ, el confinamiento significó seguir en la plantación. Seguir en la cama produciendo desde orgasmos hasta textos-placebos para la white supremacy. En este sentido, siento el afropesimismo como lugar de resistencia. No hay un afuera de la plantación. Entonces mi existencia cimarrona bajo la línea de la humanidad y con los pactos hermosos con la muerte y las bendiciones de Oxalá. Una resistencia desde la huída de sueños trans/travestis, con fantasías anticoloniales y de esa huída queda tanto cansancio y tanta respiración jadeante y con esta energía se “aproxima el deadline”.

No le temo a la falta de aire porque siempre he vivido con poco aire. Siempre he vivido con asma. Le temo más al desgaste del cuerpo y de mi mente por esta reconfiguración de la plantación en tiempos de covid-19. Le temo a la intromisión del amo en mis sueños para envolverme en el régimen de productividad constante. Le temo al happiness de la supremacía blanca y a la capitalización que ellxs hacen de nuestro hermoso sadness. Le temo a la idea puñal del deadline: el deadline de entrega, el deadline para enviar remesas trasatlántica, deadline para pagar “el cuarto propio”.

Comencé este texto citando esta hermosa frase “we swear to destroy the white and all that they possess”5. Y entiendo que es una relación constante de guerra, de dolor y tensión donde nos inmiscuimos algunxs más que otrxs en estas “matemáticas de las vida negras” precarias en la plantación. Comprendo que el mito de la zombificación se redimensiona temporalmente en estas nuevas maquinarias de producción artísticas. En la nuevas plantaciones que terminan siendo nuestros propios espacios domésticos rentados a los “amos de la tierra”. A veces este lugar de la no existencia en el plano de la humanidad, la deshumanización de nuestros cuerpos en la calle y en la cama, implica negociar nuestra existencia con la humanidad que nos quiere desaparecer y esa negociación implica internalizar elementos anti blackness en nuestra propia existencia. Reclamar la noción de humanidad es reclamar un mundo anti blackness, anti indígena.

“if blackness originates and emerges in violence and death, black futures are foreclosed by the dead and dying asterisks. And if the dead and dying are the archival and asterisked cosmogonies of blackness, within our present system of knowledge—a system, to paraphrase Frantz Fanon, where the subhuman is invited to become human on terms that require anti-black sentiment—scraps and bits of black Iife and death and narrative are guaranteed to move toward, to progress into, unlivingness and anti-blackness”6.


  1. Haitian Fight song. in: Fred Moten, Stolen Life. Duke University press. Durham and London 2018. 

  2. La Palabra Zombi tiene diversas etimologías: Viene de la lengua Bantú, del congolés “nsoumbi” (diablo) o “mvumbi” (individuo en estado cataléptico), o del angoleño “Zumbi”, fantasma. Ver J Kerboull, Le Vadou, magie ou religion? p. 273 en: Ascencio, Michaelle (2007) 

  3. Ver (Hurbon, L (1988) en: Ascencio, Michaelle (2007). Alfred Métraux (1958) 

  4. Al escribir este texto están presentes las reflexiones de Jota Mombaça sobre la plantación cognitiva. 

  5. Haitian Fight song. in: Fred Moten, Stolen Life. Duke University press. Durham and London 2018. 

  6. Esta cita es gracias a la hermana Jannia Gómez González. Agradezco tu escucha y afecto desde el caribe negro colombiano. Gracias por compartir tu tiempo y esta lectura de Katherine McKittrick (2014) Mathematics Black Life, The Black Scholar, 44:2, 16-28, DOI: 10.1080/00064246.2014.11413684 

iki yos piña narváez funes Afrodescendiente, diaspóricx, artista trans-fronterizx. Activista antirracista, performer y dibujante. Estudió Sociología en la Universidad Central de Venezuela. Tiene un Máster en Sociología de la(s) Ciencia(s) en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y realizó el Programa de Estudios Independientes, PEI, del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, MACBA, en 2014-2015. Ha realizado una serie de talleres y actividades en torno a educación popular-anticolonial y prácticas artísticas con comunidades racializadas. Forma parte del colectivo de investigación y acción artístico-política, Ayllu, con quienes ha diseñado el Programa Orientado a la Prácticas Subalternas, P.O.P.S, un programa Matadero Estudios Críticos, en el Centro de Creación Contemporánea Matadero Madrid. Participó en la exposición Devuélvannos el oro, en Matadero Madrid (2018); Todos los tonos de la Rabia (MUSAC, León, España). Ha participado en distintas publicaciones colectivas que incorporan discursos relacionados a la crítica a la blanquitud, el colonialismo y las disidencias sexuales y de género a través de los textos: No soy queer soy negrx, en el libro No existe sexo si racialización (2017) ; Este cuerpx otrx. En inflexión marica en Escrituras del descalabro gay en América Latina (2018); No son 50, son 500 años de resistencia en 10 años de Migrantes Transgresorxs (2019). Junto al colectivo Ayllu forma parte de la selección de artistas de la Bienal de Sydney (2020) . Junto a Jota Mombaça han obtenido la beca 2020 Pernod Ricard Fellowship. Fe invitadx junto al Colectivo Ayllu a la Bienal de Kochi (India 2020)