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Dance for Myself in Front of You: Mariana Valencia’s Album

Roy Pérez

“No sé quién escribirá mi historia” nos dice Mariana Valencia al completar un tercio de Album, “así que voy a ayudarle a coger buenos apuntes. Si os cuentos sobre mis pensamientos, mis anotaciones en mis libros de danza, mis amigxs, mis viajes… alguien quizás sería capaz de escribir mi historia mejor.”1 Más que ansiosa o poco fiable, la narradora de Album parece regocijarse en compartir ideas más que datos biográficos. La historia de la narradora/ponente/cantante/bailarina en Album es un collage no-lineal y multiforme que no tiene ni un comienzo ni un final claros y que parece jamás quedarse exhausto de posible contenido. Es como si lxs narradorxs queer estuviesen tan acostumbradxs a ser malinterpretadxs y a depender del cotilleo que concebimos el archivo más como un plató en directo que como una cámara polvorienta, y el narrar más como un ejercicio que como un documento. Por encima de correctas, completas o verdaderas, queremos historias que sean mejores.

Album es una exposición en solitario que dura alrededor de una hora en la cual encontramos poesía coreografiada, música en directo y narración autobiográfica guionizada e improvisada que se desarrolla en forma de anécdotas débilmente relacionadas, pensamientos y canciones que apelan a la audiencia, “una mezcla de observaciones” comunicadas en multimedia.2 La editorial Wendy’s Subway, afincada en Brooklyn, publicó el guion de Album en un pequeño volumen que incluye dibujos y fotos, en el cual gran parte del texto del monólogo aparece presentado visualmente como poesía concreta (palabra-imagen). Como sugiere su título, el proyecto de Album funciona de forma visual como un collage gestual y textual y sonoramente, como un mixtape de pensamientos y música. Tanto la pieza en directo como la publicada están repletas de citas que provienen de distintos ámbitos, con referencias críticas y de admiración a películas, danza, poesía, música, amigxs, familia e ídolxs feministas y queer como Joan Baez, Roberta Flack y Assotto Saint. De esta forma, la narradora se enlaza con otras vidas y los medios con otros medios, ensamblados con un exceso gozoso y contemplativo de auto-revelación que evade la forma artística obvia o una construcción de la trama, un entramado3 predecible.

La intimidad que ejecuta Valencia en Album a través del enlace entre ella y otrxs es vital en este momento, tras dos años en una rápida rotación de aburrimiento solitario prácticamente a nivel global, distanciamiento profundo y pérdidas catastróficas. Hemos tenido que buscar nuevas formas de reunirnos, solaparnos, enredarnos y de estar lejos. Las tramas de nuestras vidas se han visto desordenadas y dispersas a causa de la postergación, cancelaciones, discapacidades y desapariciones. La distribución del sufrimiento también ha sido desigual, como entona Valencia al principio de su performance, “alguien tiene que morir para que otrx pueda vivir.”4

Las comparaciones entre el VIH/sida y el COVID han sido en el mejor de los casos útiles, normalmente superficiales y en el peor de los casos, siniestras. Pero me sorprende que la pandemia actual tiene un “calendario de pérdidas”, algo con lo que la gente queer ya está familiarizada por la proximidad del VIH/sida, el no tener un hogar, y la precariedad económica en nuestras tramas colectivas.5 La gente queer y trans está íntimamente ligada a la enfermedad. Inventamos y programamos nuestras propias metas. Puede que nuestras familias no tengan un núcleo. La terapia hormonal nos devuelve a la adolescencia. El despertar sexual ocurre demasiado tarde o demasiado pronto o más de una vez o ninguna. Ya conocemos la pérdida y la muerte prematura. De esta forma, aunque las formas no-lineales no sean especialmente queer, puede ser que tengamos una especial facilidad para el entramado creativo e improvisado.

En Album, Valencia llama tiempo vampírico a esta temporalidad queer.

El tiempo es demasiado corto o demasiado largo para lxs mortales por
su proximidad a la muerte.
Para lxs vampirxs, tiempo = vida eterna, así que prefiero pensar en
el tiempo en “vampiro.”6

La inmortalidad (el tiempo vampírico) es una estrategia queer y vital de entramado para escapar de la escasez del tiempo. Las vidas son un destello, pero el pasado y el futuro están con nosotrxs, listos para ser conjurados. En Album, Valencia nos cuenta que está trazando un cosmograma circular con sus pasos (imagen) para agitar la historia, conectar nudos dispares y conjurar a lxs muertxs (en este momento, a Assotto Saint, el fallecido poeta y activista queer Negro).7 “Me gusta pensar que te conozco, Assotto, en años vampíricos.” Nos cuenta cómo conoció a Saint, el cual también es un conjurador, “un fantasma en mi cuarto,” un par de ojos y después una boca en la pantalla de la televisión.8

Te enorgulleces de tu papel en la revolución sexual,
Hablas más allá de la pantalla,
Me hablas a mí, finalmente a mí.
Tú, Assotto, no necesitas que te diga que eres una estrella.9

El tiempo lineal nos hace dejarnos atrás unxs a otrxs, pero en tiempo vampírico, en el tiempo de las estrellas, en el tiempo queer, somos constelaciones. Un entramado tan disperso de personas, ritmos, medios, movimientos y palabras no es informe ni tampoco es estático. El entramado queer encuentra su forma por el camino.

La línea queer

EMILY BROWNLOW
Me visitó en el estudio cuando empecé a crear esta danza.
♪ ♪
Me dio un consejo sobre cómo crear esta danza, me dijo,
“Ponte un límite y baila sólo en este lado de la línea.”10

El entramado, más que la trama, hace énfasis en la plasticidad del tiempo y orden de la narración, la actividad de desordenar o reordenar que lleva a cabo la artista. Podemos pensar en el entramado no-lineal como algo experimental o esotérico, como sofisticado o pretenciosamente oscurecedor, como si hubiera una cronología verdadera que sea concienzudamente esculpida. El tiempo lineal es metáfora falsa (lxs queers lo saben). No hay nada más real que la arbitrariedad de lo que ocurre en la vida. Una trama busca el orden y este puede ser violencia o consolación, pero no será más lineal que la re/ordenación de unx artista. Para la gente queer, la forma en la que pasan las cosas es, en sí, una reordenación de cómo deberían haber sido, cómo nos gustaría que hubieran sido, como soñamos que vayan a ser la próxima vez. No hay nada más queer que el desorden.

Valencia traza la línea sugerida por Emily Brownlow con cinta adhesiva en diagonal sobre el suelo negro del escenario. La performance que vi en 2017 en el Portland Institute for Contemporary Art11, se hizo en un teatro de caja negra con focos que aparecían y se desvanecían en distintas secciones mientras Valencia se movía (bailaba, se revolvía, gateaba, rodaba) entre un banco, un teclado y un puñado de objetos de atrezo. Durante la performance, Valencia desafía las instrucciones de Brownlow y baila en ambos lados de la línea, de forma que esta es más una acompañante que un “límite.” O, mejor dicho, proporciona el límite formal que sugiere Brownlow, invitando a la transversalidad: de un lado a otro y a lo largo de.

La línea es metáfora falsa: aceptamos que es un límite, una frontera, pero también aceptamos que solamente está ahí para ser atravesada. La línea como forma queer funciona “no como una imagen estática, sino como un vibrante signo visual que comunica enérgicamente un sentido de drama histórico,” como escribió Ricardo Montez sobre las líneas que Keith Haring trazó con pincel sobre los cuerpos de, sobre todo, hombres racializados en la década de 1980.12 La línea no es la historia, la historia no está en deuda con la línea, y la historia se cuenta por toda la línea. A veces proporciona anclaje, mientras que otras veces es un polo opuesto y otras está en la oscuridad y parece olvidada. La linealidad es improvisada, siempre a mano, para mantenernos firmes.

Todo esto conforma un estilo opaco de autobiografía si se midiera la autobiografía por su inteligibilidad. Esta opacidad yace en el efecto sensorial de la inteligibilidad, el sentido narrativo o realismo estético que otorgamos a la linealidad, o la linealidad que esperamos de la representación realista.13 Los movimientos entre formas visuales, físicas, sonoras y textuales en las muchas manifestaciones de Album (como texto y como performance) nos hace prestar atención a aquello que una autobiografía hace o puede hacer, en lugar de qué es lo que nos cuenta o lo que documenta. Unx mismx es un álbum, ya que somos canalizadores y coleccionistas de aquello que nos compone.

¿Conoces el dilema lésbico?

El dilema lésbico, como expresa Mariana Valencia en una canción mientras yace en el suelo del escenario boca abajo con una mano en la frente, dramática:

Cuando a una lesbiana le gusta una mujeeer
Se hace dos preguntaaaas
¿Quiero estar con ella?
O
¿Quiero ser ella…?14

Valencia recita este diálogo a la vez que se mueve entre dos puntos del escenario, haciendo ambos papeles en esta conversación, representando a dos mujeres que se arreglan el pelo mientras hablan. El dilema lésbico es sabiduría gay, un secreto queer que Valencia comparte con lxs heterosexuales del público. Una parte del secreto, la parte tácita, es que la heterosexualidad es una mentira. Imagina sentir deseo de una forma que no sea esta confusión entre querer y ser. La metáfora falsa de los sexos opuestos supone que lxs heterosexuales no sienten la atracción como un deseo de ser lx otrx, internalizar lo que lx otrx te da, como si el género significase que no podéis solaparos sino solo complementaros, o que sois esencialmente seres discretos. Que te guste alguien es, como escribe Eve Sedgwick, “cuestión de ‘saber’ de repente, globalmente, que otra persona representa tu único acceso a cierta

Verdad transmisible
O modo de precepción
Radiantemente amplificado.”15

El dilema lésbico es, quizás, saber que este límite entre yo y ella es sujeto de intrusión de acuerdo con el vagabundeo de las diferentes formas de lujuria y amor que se encuentran en el deseo. Como la linealidad, las personas queer saben que el sexo (en cuanto a dimorfismo sexual) es metáfora falsa: sabemos que existen diferencias, pero también que estas diferencias no son para nada tan consistentes o reales. El deseo busca una forma de uniformidad o diferencia dependiendo del momento para excitarse o sentir algo, pero no se reduce a eso. La tensión entre los dos da forma a aquello que queremos ser.

Bailar para mí misma en frente de ti

Album no termina, pero la última parte antes de que se apaguen las luces es un baile jubiloso e improvisado al son de “conga” de Miami Sound Machine acompañado de una iluminación de discoteca en el cual Valencia atraviesa la línea blanca, el escenario, los asientos y los pasillos. “ASÍ ES COMO LUZCO / CUANDO BAILO PARA MÍ MISMA EN FRENTE DE TI”, dice/escribe, y, de repente, estás ahí con ella, en lugar de estar mirando.16 Unos focos de colores recortan su silueta inquieta y nítida sobre las paredes mientras ella alterna pasos de salsa con movimientos eufóricos, dando uso a todas las esquinas olvidadas del espacio. Bailar para unx mismx en frente de ti parece una representación apropiada y reconfortante de la socialidad pandémica, donde bailar juntxs sucede sin proximidad, a través de lapsos de espacio y tiempo (zonas temporales), juntxs pero no, solxs pero no, conjurando la co-presencia.

La danza final parece un regalo de agradecimiento de la narradora por haber viajado con ella a lo largo de los puntos clave de muchas historias que conforman su historia, y que ahora forman nuestras historias. En su “Mezcla de observaciones” al principio de Album, Valencia nos dice: “A veces, la segunda vez que vemos a alguien, ya sabemos que estamos intentando volver a encontrarnos.” Lo que buscamos del próximo encuentro es más de esa vitalidad que ocurrió en el primero, una vitalidad que decidimos que es lo mejor que nos podría pasar en ese momento en el collage de lo que somos, sin la cual sentimos que nuestra historia se empobrecería de alguna forma. La autobiografía es transversal respecto a los límites de unx mismx. “Los cuerpos necesitan espacio, y parte del acto de dar está en el tomar.”17 La parte queer es saber que es eso lo que está ocurriendo.

Pies de foto/créditos:

  1. “TIEMPO VAMPÍRICO.” Mariana Valencia, Album (Brooklyn, NY: Wendy’s Subway, 2018): 37.

  2. “EL DILEMA LÉSBICO.” Mariana Valencia, Album (Brooklyn, NY: Wendy’s Subway, 2018): 14–15.

  3. La línea. Mariana Valencia, Album. Fotografía de Ian Douglas.


  1. Album, de Mariana Valencia (Brooklyn, NY: Wendy’s Subway, 2018): 22. Usaré este guion/collage publicado para citar las líneas que Valencia recita en su performance.  

  2. Ibíd., 11. 

  3. La construcción de la trama o entramado [emplotment] es la forma elegida por el narratólogo Paul Ricoeur para explicar la plasticidad y la idiosincrasia con la que unx autorx ensambla los momentos de una trama, una manipulación que “se revela a lx oyente o lectorx en la capacidad que tiene la historia de ser continuada.” Paul Ricoeur, Tiempo y narración, Volúmen 1, trad.: Agustín Meira (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2004), 133. Ver también Joe Baker, Configuration and Narrative Emplotment, https://figuration.al/configuration-and-narrative-emplotment-649c1500f317

  4. Valencia, 8. 

  5. Dagmawi Woubshet escribe sobre “calendarios de pérdida” divergentes que surgen cuando las pérdidas por sida en las comunidades Negras se incluyen en la historia continuada de catástrofe Negra, en lugar de en relación a los hombres blancos que habían sido la figura cultural primaria de los primeros años de la pandemia. The Calendar of Loss: Race, Sexuality and Mourning in the Early Era of AIDS (Baltimore: John Hopkins University Press, 2005): 8. 

  6. Valencia, 34. 

  7. Como nos dice Valencia, Assotto Saint “fue un escritor, activista, performer y músico punk. Estuvo vivo. Vivió de 1957 a 1994. Assotto Saint nació en Haití y vivió la mayor parte de su vida en Nueva York como artista, hasta su muerte por sida. Valencia, 38. 

  8. Ibíd., 38–39. 

  9. Ibíd., 39. 

  10. Ibíd., 18. 

  11. Agradezco al equipo de PICA el acceso al Time-Based Art Festival que hizo esta pieza posible.  

  12. Ricardo Montez, Keith Haring’s Line: Race and the Performance of Desire (Durham, NC: Duke University Press, 2020): 110. 

  13. Parto aquí de la teoría de Christina León “la opacidad es un concepto visual que interrumpe la lógica de la visibilidad y que se concentra en las texturas de la relación en lugar de en la producción de conocimiento demográfico". Curious Entanglements: Opacity and Ethical Relation in Latina/o Aesthetics, https://manifold.umn.edu/read/64316c7b-6f7a-445f-8922-47a5f61ee512/section/0c944566-e483-4980-8e04-cdbc335f0326#ch10
    Valencia, 15. 

  14. Valencia, 15. 

  15. Eve Kosofsky Sedgwick, A Dialogue on Love (Londres: Beacon Press, 2000): 168. Gracias a William Orchard por recordarme este pasaje recientemente. 

  16. Valencia, 58. 

  17. Ibíd., 17. 

Roy Pérez es un escritor y profesor en la University of California San Diego. Sus textos se pueden encontrar en LA Review of Books, Trap Door: Trans Cultural Production and the Politics of Visibility (MIT Press, 2017),Narrative, Race, and Ethnicity in the United States(OSUP, 2017), Women & Performance: a journal of feminist theory (25:3, noviembre 2015), Bully Bloggers, FENCE Magazine, y otros medios. Roy es coeditor, junto con Kadji Amin y Amber Musser, de “Queer Form,” una edición especial de ASAP/Journal (2:2, mayo 2017). Actualmente está trabajando en un libro titulado Proximities sobre raza, sexo y cercanía en el arte y performance queer Latinx.



Mariana Valencia es coreógrafa y performer, lleva a cabo un trabajo que combina danza y texto y sus temas son a la vez marginales y populares. A través del acercamiento del humor y la gravedad, el discurso y el movimiento, la canción y el silencio, es capaz de crear un mundo en el que el público puede conocerse a ellxs mismxs al mismo tiempo que la conocen a ella. Valencia ha recibido la beca LMCC Extended Life, es artista en la Whitney Biennial, recibió un Bessie Award en la categoría de Mejor Coreógrafa Revelación, una beca de la Foundation for contemporary Arts Award to Artists, es miembro de Jerome Travel and Study Grant y es artista en Movement Research GPS/Global Practice Sharing. Su obra ha sido comisionada por el Baryshnikov Arts Center, The Chocolate Factory Theater, Danspace Project, The Whitney Museum, The Shed y Performance Space New York. Valencia ha hecho giras nacionales e internacionales en Corea, Inglaterra, Noruega, Macedonia y Serbia. Entre sus residencias están AUNTS, Chez Bushwick, New York Live Arts, ISSUE Project Room, Brooklyn Arts Exchange, Gibney Dance Center, Movements Research y Portland Institute for Contemporary Art (Oregón). Valencia es miembro fundador del grupo de lectura No Total y ha sido coeditora de Critical Correspondence de Movement Research. Ha trabajado con Lydia Okrent, Jules Gimbrone, Elizabeth Orr, AK Burns, Guadalupe Rosales, Juliana May, Em Rooney, robbinschilds, Kim Brandt, Morgan Bassichis, Jazmin Romero, Fia Backstrom y MPA. Valencia ha publicado dos libros con textos de sus performances: "Album" (Wendy’s Subway) y Mariana Valencia’s "Bouquet" (3 Hole Press).